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Noel Gallagher votará a Carlitos Tévez

| 0 comentarios | viernes, 7 de mayo de 2010
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En las próximas elecciones en Gran Bretaña, el ex líder de Oasis pondrá en la urna la leyenda "Tévez es Dios". Mirá el video.

El ex líder de Oasis Noel Gallagher afirmó que dejará de lado al laborismo en las próximas elecciones generales que se celebrarán en Gran Bretaña y que en cambio "votará" por el delantero argentino del Manchester City, Carlos Tévez.
El músico, que en 1997 apoyó públicamente al por entonces primer ministro Tony Blair y al Partido Laborista, dijo que preferiría votar por Tevez en las elecciones generales del jueves en Gran Bretaña.
"Mi novia y yo estábamos hablando porque tenemos que votar esta semana", declaró Gallagher al sitio de Internet de la Asociación de Fútbol Inglesa.
"Ella me preguntó:´¿Por quién vas a votar?´ Y yo le dije: ´No votaré por nadie´. Voy a tomar mi boleta electoral y le voy a escribir en letras enormes ´Tévez es Dios´, y luego la voy a poner en la urna. Voy a votar por Tévez", dijo el músico, reconocido simpatizante del Manchester City.
Gallagher fue una de varias celebridades musicales de la década del 90 que el Nuevo Laborismo de Blair buscó sumar a ese partido para atraer a más jóvenes.

Juan Perugia, y la tapa de Rolling Stone que no fue

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Ascenso, caída y otra vez ascenso del último personaje de culto de la televisión argentina. O cómo Gastón Pauls encarnó todas las culpas del medio empezando por reírse de sí mismo. "Es el personaje más serio que hice en toda mi vida", dice él.

Venía manejando cuando le agarro el ataque. Faltaba una semana para que empezara la primera temporada, y venía en su 206 con su esposa, Agustina Cherri, embarazada de su futura hija y abrochada al asiento del acompañante, cuando sintió que todos estaban contra él. Así que frenó el auto en el medio de la calle y no le ofreció resistencia al brote esquizo. "Me agarró tal ataque de nervios que colapsé", dice Gastón Pauls, dos años después. "Me bajé y empecé a patear el auto y a gritar. ¿Sabés qué gritaba? Me lo contó Agus después... Gritaba: «¡Me van a matar! ¡Los críticos me van a matar!»."
Pauls es paranoico, y esto lo sabía (hasta ahora) un pequeño grupo de gente. "Los que me conocen saben que soy muy paranoico", garantiza él. Hacía semanas que venía pensando y diciéndoles a los que lo conocen queTodos contra Juan era una mierda, una mierda, "una bosta total", para serle fiel a su recuerdo. Era mucho, era demasiado. Protagonizaba, producía, dirigía y musicalizaba su propia sitcom retro 90, que al mismo tiempo era una versión deforme (todo lo que pudo salir mal) de la historia de su vida: la de un ex galán adolescente de un programa tipo Montaña rusa que es expulsado del paraíso del medio y nunca más vuelve a trabajar, y queda atrapado en esa burbuja del éxito vencido. Antes de que saliera al aire el primer programa, esto era lo que pensaba Pauls sobre Todos contra Juan:
"Al público no le va a gustar."
"Lo van a levantar a los dos capítulos."
"Todos van a escribir que es lo peor que vieron."
"No me van a llamar para laburar en cine nunca más." 
Falta una semana para el estreno de la segunda temporada de Todos contra Juan cuando salgo con Pauls de Rosstoc, su productora, y mientras doblamos la esquina bordeando el MALBA hasta el Museo Renault, lo primero que dice es: "Hace días que vengo pensando que Juan Perugia es el personaje más serio que hice en toda mi vida".
En el aire puede verse el vapor de la vuelta: hace dos años, la primera temporada se preestrenó en su perfil de MySpace y luego se emitió por América, arrastrando el tráfico de la web 2.0 a la pantalla del cable. Durante 2009, la serie se mantuvo latente en YouTube y Juan Perugia se confirmó como un personaje de culto: de bufanda y riñonera (dos años antes de que Rihanna las volviera a poner de moda); este pobre pibe encarnó todas las culpas de la tevé. Juan Perugia fue Paco, de La vida es un juego. Su frase característica era: "¡¿Y ahora me lo venís a decir?!". Pero siempre lo confunden con Pablo Rago en Clave de sol. Es, sobre todo, un laburo postural: hombros para adentro, culo de alguacil. Perugia es el Minguito Tinguitella de los días del bicentenario.
El DVD de la primera temporada vendió más de 10 mil copias y, el año pasado, Pauls recibió un Martín Fierro como Mejor Actor. Ahora, Todos contra Juan 2 va por Telefe, el canal líder en audiencia, y dentro de una semana, cuando se estrene el primer capítulo, va a medir más de 20 puntos.
Pero Pauls es un poco escéptico también, y se reparanoiquea: cuando entramos en el Museo, en la única mesa ocupada está sentado el Enzo Francescoli, que no bien lo ve le pregunta: "¿Y? ¡¿Vuelve Juan?!". Es como un gag. Gastón le responde que el jueves vuelve, y me mira. "Es el Enzo Francescoli, man", me avisa por lo bajo. Y mientras nos desplazamos a una mesa en el fondo, Pauls dice: "Esto parece una cámara oculta... Decime, no es una cámara oculta esto, ¿no?".
Larry David con Curb Your Enthusiasm y Ricky Gervais con The Office Extras redefinieron la expresión "comedia de situación". En la era de la reality tv, mostraron que había vida después de Seinfeld doblando el volumen de ese humor que tiene lo mismo de sutil que de corrosivo, hasta convertirlo en la forma de crítica social más despiadadamente honesta de este tiempo. Verdades demasiado absolutas sobre el comportamiento humano como para ponerlas al aire un domingo por iSat.
Mañana se graban escenas del capítulo 11, y Pauls ya está escribiendo el 12 y el 13, los últimos dos. "Queremos ir a grabar a Hollywood, pero vamos a ver cómo nos va." En la primera temporada, Juan se queda con el amor de su vida (Luz, el personaje de Mercedes Oviedo) y no vuelve a la tele, pero Echarri le propone hacer cine. En Todos contra Juan 2, monta una productora y reorienta todos sus cañones hacia su sueño mayor: tocar con las dos manos el cemento fresco del Paseo de las Estrellas. "Por momentos creo que va a llegar y por momentos veo que no. En realidad, Juan tiene una teoría", sigue Pauls. "Tiene la teoría de que si Viggo Mortensen llegó a Hollywood es como ridículo que él no."
¿Qué cosas te hacen reír? 
A mí me hace reír el humor que empieza por reírse de uno mismo; capaz que eso es raro en un país donde la costumbre es reírse del otro. Pero yo no tengo miedo de ridiculizarme. Lo que estoy contando en Todos contra Juan es muy trágico, es muy triste: la necesidad de éxito, la necesidad de reconocimiento... es algo muy triste.
En nuestro primer encuentro, Pauls tiene una noticia muy graciosa para dar: Jason Priestley acaba de firmar contrato para hacer de Juan Perugia en Estados Unidos. Eso, para Juan Perugia, es llegar a Hollywood posta: un jumping the shark de último momento, el final perfecto para la narrativa paralela de lo que supo ser una gran copia. La Fox espera llevar a la pantalla Todos contra Juan este año, y todos sabemos que en Estados Unidos no hay nadie mejor para hacer de Gastón Pauls que Jason Priestley. ¿Se acuerdan de Jason, no? Era Brandon Walsh, de Beverly Hills 90210. Y Pauls era su versión argentina, Alejandro de Montaña rusa. El destino tiene un curioso sentido del humor...
También la van a hacer en México, con Diego Luna, llevando la idea de Gastón a una impensada franquicia de lujo. Y Todos contra Juan 2 se editará en DVD este invierno. "Yo no puedo volver a perder", acota él.
¿Cuánta plata perdiste con la primera temporada? 
Más de un millón de pesos. Es un número importante. Pero descubrí que a la serie le iba muy bien en Internet, y el DVD anduvo más que bien. La primera temporada de Todos contra Juan no hacía tanto rating. Empezó en 7,7 pero después bajó a 2. Terminó en un promedio de 4,2. Pero evidentemente hay algo que no es medible con esos parámetros, y es lo que pasaba en la calle, con el boca a boca. La gente se copó con el programa. Lo veían en YouTube, se metían a nuestro Facebook a preguntarnos si volvíamos...
¿Cuánto cuesta un capítulo de Todos contra Juan? Hoy, 250 mil pesos. Pensá que a mí me dan el 20 por ciento del programa, y me dicen: "El resto pagátelo vendiendo publicidad". Y es una ecuación perversa. Decís: "¿Qué hago? ¿Vuelvo a perder?". Lamentablemente, el medio te dicta que para poder hacerlo, no ya para ganar plata, para poder hacerlo solamente, tenés que meter publicidad.
Entonces metiste publicidad... 
Quería, pero es tristísimo lo que te voy a contar, es muy Perugia: estamos a una semana y todavía no pude cerrar ninguna publicidad para el programa. Pasa que te dan 20 pesos y quieren que Juan trabaje para ellos. Querían que Juan trabajara para una cadena de videoclubes, y que se pusiera la remera en todos los programas. Y yo no, hay un punto en que no transo. Yo no hago programas de televisión para hacerme millonario, los hago para evolucionar como persona, por eso quiero seguir haciéndolos. Si querés, Juan toma tu bebida en algún capítulo, pero nunca cambiaría una historia por un auspiciante.
¿Qué fue para vos lo más complejo de pensar a la hora de plantear una segunda temporada? 
Para quién la hacíamos. ¿La hacemos para el público que no vio la primera temporada o para los fans? Y nos quedó una segunda temporada llena de referencias a la primera. ¡Al primer capítulo de la primera temporada!
¿Qué series de afuera mirás? 
Yo no veo series, casi ni veo televisión. Y esto lo saben los que laburan conmigo. Vi tres capítulos de The Office y cinco de Lost, y lo digo sin vergüenza. Sé que lo que hacemos en Rosstoc dista bastante del común denominador de televisión argentina, y que se acerca al sistema de relato y grabación de Estados Unidos, y a veces hasta de Inglaterra, donde cierto tipo de gag se funde con la dirección de arte y la musicalización. Juan, por ejemplo, no escucha música nacional: escucha música en inglés, cierto tipo de bandas de los 80. Es una sutileza, un humor que a mí me gustaría ver. Yo trato de producir lo que vería, porque el humor que se hace acá en Argentina, el humor de la cosa cotidiana, a mí no me divierte en lo más mínimo.
Para entender cual fue la génesis de Juan Perugia hay que hablar de Walter, el personaje de Daniel Hendler en la célebre saga publicitaria de Telefónica que, en 2002, dio pie masivo al ataque ochentoso: el revival más popular de la década pasada. Igual que Pauls, Hendler pensaba que después de eso no lo iban a llamar más para hacer cine; sin embargo, ese personaje fue el que propulsó su carrera. Walter era un pibe de los 80 que había quedado congelado y volvía a casa quince años después, con 500 australes en el bolsillo y "Wadu-wadu" de Virus en el walkman. "Mamá, papá… ¿Qué pasó?", decía Walter. Y sus padres, arrugados como pasas de uva, caían redondos al piso.
Un año antes, Hendler y Pauls habían compartido el rodaje de Sábado, ópera prima del director (y crítico cinematográfico) Juan Villegas. Cuando aceptó ese guión independiente, Pauls venía de hacer Nueve reinas (su personaje se llamaba Juan) y lo habían visto más de un millón y medio de espectadores. "¿Qué iba a hacer después de Nueve reinas? ¿Esperar otra peli comercial?", se pregunta Pauls. "Y qué bueno que lo menciones, porque yo creo que en Sábado es donde por primera vez aparece Juan Perugia."
En Sábado, Pauls se reconocía a sí mismo como un paranoico. Lo paranoiqueaba no saber quién era más famoso, si él o Pergolini. Está en la primera escena del film. Pauls viene manejando, discutiendo con su novia esto de si es o no más famoso que Pergolini, hasta que frena, baja la ventanilla y hace la prueba: le pregunta a una chica que va caminando por la vereda, una persona neutral, quién es más famoso.
Pauls: Perdón, ¿te puedo hacer una pregunta?
Chica: Sí.
Pauls: Para vos, ¿quién es más famoso: Gastón Pauls o Pergolini?
Chica: Pergolini, me parece.
Pauls: Ta’, gracias...
Una mañana de 1993, se desperto en la casa de su padre con un mensaje en el contestador automático: "Gastón Pauls, no se te ocurra volver a pisar Canal 13. Vos acá sos persona no grata". La voz era de la célebre productora televisiva de los 90 Patricia Veber, que buscaba un compañero para Gloria Carrá en lo que terminaría siendo Aprender a volar. "Me había dicho: «Si podés decir dos palabras a cámara, sos vos. Volvé el jueves. Yo voy a hacer que venga Gloria Carrá de Paso del Rey y hacemos la prueba de cámara. Pero sos vos, sos vos»." Era Pauls, era Pauls... Vino Gloria Carrá de Paso del Rey pero Gastón Pauls nunca vino. "La dejé plantada. Me quería matar."
Gloria Carrá le gustaba lo suficiente como para ir a cualquier casting del mundo, pero prefirió pasar de largo. "Yo la miraba cuando era Meche en Señorita maestra, que era la más linda del curso", recuerda Pauls. "Y después en La banda del Golden Rocket." Pero ni eso fue suficiente. Meses después, la típica historia: su amiga Mariana Fabbiani le pidió que la acompañara a un casting. Era en Canal 13. Estaba acompañando a Mariana en la cola para el casting de Montaña rusa (que salió al aire entre 1994 y 1996), cuando se volvió a topar con Veber. "¿Qué haces vos acá?" Pauls le explicó. "Bueno, pero cuando ella entre, vos te vas, eh", le dijo Veber y se fue. Pero, cuando vino el productor y preguntó si pasaban los dos, Mariana se apuró a contestar que sí. "Te juro que yo no iba a entrar, fue culpa de Mariana que yo hiciera el casting", dice él. Y así fue como Gastón Pauls entró a Montaña.
Semanas después, el teléfono volvió a sonar en la casa de Axel Pauls. Era otra productora, Ana Ritenutti. "Ella me dijo que creía que yo podía ser actor." Lo llamó y le dijo: "No me contestes ahora... Contestame mañana".
¿Por qué no querías hacerlo, teniendo una oportunidad única? ¿Te parecía grasa? 
No, no es eso. Tenía miedo...
¿De qué tenías miedo? 
De ser libre. De hacer lo que me gustaba. Hacer lo que soy. 
La noche anterior a ir al casting de Montaña, cuando apoyó la cabeza en la almohada, Pauls se imaginó a sí mismo a los 70 años. "Apoyé la cabeza y me hice la siguiente pregunta", dice. "Me pregunté: «Si yo me voy a dormir a los 70 pensando: ‘Qué boludo, ¿por qué no fui actor?’, ¿qué voy a sentir? Me voy a sentir como el orto»."
Hubo una persona clave en la formación actoral de Gastón Pauls, y es Mirta Busnelli, la tercera esposa de su padre ("mi viejo era un reincidente: dejó a todas las mujeres con las que estuvo"). Busnelli ya era una señora actriz cuando Gastón cumplió 18 y le dijo a su papá si podía quedarse a vivir con ellos. Había visto algo en el living de esa casa: "La veía a Mirta estudiar los libretos. La veía laburar, anotar en papeles, llorar desbordada de emoción agarrando un guión en medio del living. Y después veía cómo todo eso que ella había hecho en casa aparecía arriba de un escenario. Así me empezó a enamorar la actuación, de verla a Mirta", recapitula Pauls, y se detiene en un silencio. "En gran parte, yo soy actor por ella."
Pauls tiene una una sola técnica para crear sus personajes: se imagina qué música escucharían. "Una vez leí una nota en Rolling Stone en que Charly García decía que el universo está afinado en una nota", continúa. "Bueno, si todo tiene música, un guión tiene musicalidad, ¿no? Cuando yo pienso una escena la pienso con la música puesta. Un capítulo de esta segunda temporada empieza con un tema de Travis, «Why Does it Always Rains on Me». Esa escena la hice prácticamente para esa canción, sólo porque la banda me encanta. Muchas veces imagino el comienzo del capítulo con una canción y eso es lo que nos va llevando. La canción nos va guiando, no el guión."
Por ejemplo, la canción de Todos contra Juan, "The Power of Love", es de Huey Lewis & the News y fue parte del soundtrack de Volver al futuro, la trilogía favorita de Juan. Pauls aplica ese criterio para todo, por eso la música es clave en las tiras de Rosstoc: "Choto", la versión (muy) libre en español de "Fuck You" de Lily Allen, que es el tema característico de Ciega a citas, está cantado por Muriel Santa Ana, que además es la protagonista de la tira.
La mesa chica de Rosstoc, donde están las personas a las que Pauls se refiere cuando habla de "los que me conocen", funciona sobre la base de una extraña dinámica de trabajo. Las sillas son para Alejandro Suaya ("mi socio"), Gabriel Nesci ("el autor de Todos contra Juan") y Sebastián De Caro, Tony en Todos contra Juan (según Pauls: "De Caro es un freak que sabe todo sobre todas las series y películas que se han filmado en la historia, en qué año y quién actúa"). Estos cuatro improbables caballeros de la mesa redonda arman cada capítulo de Todos contra Juan así: "Nos juntamos cuatro horas y tiramos 75 ideas sobre la mesa. Algunas son un delirio, al punto que pienso que nos van a querer matar, pero las vamos metiendo y así queda un programa de 45 minutos".
En Todos contra Juan 2, hay una subtrama "medio Star Wars". Dice Pauls: "Juan también tiene la teoría de que a su padre lo chupó el lado oscuro de la fuerza". Oscar Núñez, el actor que hace de padre de Juan, ahora usa peluca y se volvió una especie de Ricardo García. "Capaz que no es algo muy atractivo", evalúa Pauls. "Pero yo quería contar cómo el lado oscuro te puede chupar."
Axel, el padre de Gastón, murió hace seis meses. "Puse mucho de nuestra relación en esa subtrama. Mi viejo vino de Alemania, fue productor, fue actor… y por alguna extraña razón, o no tan extraña, todos sus hijos terminamos en el arte", relata Gastón. "El más grande [Cristian] es director; Alan es escritor; yo soy actor; Nico es músico y actor; la más chica, Ana, es actriz. Entonces, yo me pregunto hasta qué punto estás condicionado por los sueños de la persona que te creó."
Hasta hace seis meses, su padre dirigía La Casa de la Cultura de la Calle, un proyecto que fundó Gastón en la época en que estaba al mango con Ser urbano. "La idea era tener una casa donde, además, tuviéramos una sala de teatro, y así los chicos podrían presentar obras de teatro en el barrio y vivir con la plata de las entradas", sigue Pauls. "Pero la casa nunca apareció." De cualquier modo, coordinó los talleres y actualmente forma a más de 400 chicos y chicas en distintos orfanatos de la ciudad. La fundación trabaja desde 2005: "Es mi forma de hacer política. Sacarle el fierro o la bolsita de poxi-ran de la mano a un pibe y ponerle un pincel". Editaron un libro junto a Unicef y ahora Pauls anuncia el último proyecto político: "Estamos grabando un disco de canciones escritas por los chicos y cantadas por superestrellas. El disco va a salir antes de fin de año", adelanta. "Ya grabaron Ricardo Mollo, Andrés Calamaro, Spinetta y Caetano Veloso... Son canciones de cuna."
La muerte de su padre coincidió con las primeras dos sílabas que pronunció Muna, su hija: "Pa-pá". Desde 2006, Pauls está "juntado" con Cherri: no usan anillos ("no necesitamos esa clase de... papeles"). Nunca había convivido con ninguna mujer antes y venía de pasar una turbulenta crisis de los 30, de modo que cuando la conoció se sintió reconfortado. "Con Agus fue inmediato, a los tres meses estábamos viviendo juntos."
Agustina Cherri y Pauls se parecen un poco, bastante. A los 7, Cherri hacía 60 puntos de rating en Grande pa. "¡Sesenta puntos, man! Agus hacía el doble que Tinelli, el doble que Valientes. Salía a la calle y era un delirio. Y sin embargo ella siempre tuvo una claridad increíble", argumenta Gastón. Cherri tenía 7 años y miraba desde abajo a los productores, a los actores, a los críticos, aprendiendo de chiquitita a oler la hedionda placa bacteriana del mundo del espectáculo.
A fines de los 90, más o menos para la misma época, Cherri y Pauls (que todavía no se conocían) se retiraron de la televisión. "Agustina me enseñó mucho a mí", afirma él. "Cuando empecé a salir con ella, pensé: «Qué bueno es estar con alguien que no se come la del éxito... y tampoco la del fracaso»."
A fines de los 90, Juan Villegas se cruzo un par de veces con Pauls en El Codo. Esas dos o tres veces, no pudo dejar de mirarlo y de pensar en el daño que puede hacerle la fama a una persona: "En esa época no pensaba, y me subestimé. Me boicoteé yo solo. Me tomaba un par de pases, calmaba la angustia y pateaba mis asuntos para adelante".
Pauls estaba en sus dark days. El Brandon Walsh argentino, el rubio bonito de la tapa de Teleclic, el actor más importante de su generación, estaba ahí, en El Codo: cartoneando en la periferia del edén, dejándose llevar por el lado oscuro de la fuerza. "Tomaba cocaína principalmente; y también mucho alcohol." Pauls no tiene vergüenza cuando lo cuenta. "La recuerdo como una etapa muy oscura, de mucha angustia. Estaba perdido. Pero a la vez fue una etapa de mucha búsqueda. Lo dice Jesús, man: «Sólo aquel que se pierde luego se encuentra». Llegó un momento en que me perdí. Me costó mucho tiempo recuperarme. Y lo sigo haciendo, eh. La recuperación es sólo por hoy, ésa es una frase del tratamiento."
¿Llegaste a internarte? 
No me interné en una clínica, pero hubo mucha gente que me acompañó, que me ayudó. Y empecé a ir a una mujer, a una ayudante terapéutica, a charlar. Y me sirvió, me sirve. Los adictos sabemos que la cocaína es una enfermedad para la que no hay cura, hay tratamiento, nada más. Y no me avergüenzo de decir que soy un adicto, sobre todo en un mundo tan enfermo y tan adicto a todo como es éste. Soy uno más. Yo podría decirte el nombre de un conductor que hoy está en pantalla que a mí me vendió cocaína cuando tenía 17 años, pero elijo no hacerlo mientras veo cómo se llena la boca hablando en contra de la droga. Este medio es muy careta...
¿Tomabas mucho? 
No te voy a hablar de la cantidad. Te puedo decir que para un adicto como yo, una no es suficiente y muchas no son demasiado. Esa es otra frase que aprendí en la recuperación. Había tipos que tomaban 40 gramos en un día, 30 gramos... Yo no llegué nunca a ese número, pero en un momento fue suficiente.
¿Y cómo saliste del consumo diario? 
Pedí ayuda. Pedí ayuda a la gente, pedí ayuda a Dios. Yo no creía, pero empecé a creer. Pedí, pedí [junta las manos]: "Loco, que la energía superior que gobierna todo este universo me ayude a salir de esto, porque yo solo no puedo".
Las grandes producciones de Rolling Stone suelen ser un derroche de glamour y magia. Como cuando juntamos a Soda Stereo o el día que embarazamos a Flor de la V. Son sesiones que se llenan de gente, de productoras que moderan la escena como si fueran más importantes que el fotógrafo, con la música al palo; y maquilladoras, fans y monitores de la estrella a fotografiar tropezando por todo el set. Pero el día que hicimos a Juan Perugia, la producción de RS era una tristeza. Ese mismo día, justo cuando Perugia amenazaba con ir a Hollywood, no resultaba para nada raro el anuncio del posible remate de las colinas de Cahuenga Peak, con el icónico cartel incluido.
La sesión de fotos es como un capítulo de Extras. Un pibe flaquito disfrazado de Slash y otros dos gordos con remeras de AC/DC que hacen de plomos se quejan de que no hay catering y tienen razón. Pauls está sentado en una silla de plástico vencida:¿ "¿Sabés qué?". Qué, le digo. "Por alguna cuestión energética, o del destino, o de Dios quizá, siempre me toca ir a lugares a los que llego y me dicen: «No sabés, man... acá recién hubo una fiesta terrible. Pero acaba de terminar»."
Cuando salimos de ahí, Pauls lee en su BlackBerry una nota de Página/12 que le reenviaron a su mail. "Mirá qué interesante. Es sobre la cantidad de veces al año que le dicen NO a un pibe que pide monedas en la esquina." Y después comparte otro mensaje, de la fundación: Lucho, uno de los pibes, empezó a hablar cuando empezó a actuar. "Lucho no hablaba. Le decías: «Hola, Lucho», y miraba para el suelo. Me acaban de avisar que está actuando, habla y lo nombraron ayudante del profesor." Este es el primer celular que Pauls tiene en meses, pero ya está pensando en dejarlo. "A veces no quiero que me encuentren. ¿Vos tenés celular?", pregunta. "Claro, todos tienen celular." Al anterior lo tiró por la ventanilla en su último ataque de nervios, ya saben cómo es Pauls. "Iba manejando y hablando por teléfono, cosa que no se debe hacer. Y hacía catorce horas que estaba tomando decisiones en el teléfono, sentía que la cabeza me iba a explotar. Y lo tiré..." Pero iba con los auriculares puestos, así que cuando lo revoleó se hizo mierda la oreja.
El vapor de la vuelta ahora es una tormenta de flashes al final de la oscura entrada del Podestá : todo el elenco y unos 200 fans están acá para ver en vivo el primer capítulo de la segunda temporada en pantalla gigante. "Hola, Juan, pasá... dale", invita Pauls desde el medio de una turba de fotógrafos y de cámaras. Adentro hay siluetas de Juan Perugia escala 1 en 1, de esas en las que ponés la cara y te sacás la foto. La gente hace fila para sacarse una foto con el cartel.
Unas promotoras de Telefe reparten bufandas edición limitada, etiquetadas con la frase "¡¿Y ahora me lo venís a decir?!". En el final del programa, Juan canta la canción de Fama en el karaoke de un bar después de recibir una señal divina para ir hacia sus sueños, ir a Hollywood. Todo el Podestá aplaude de pie, aplauden como si Juan Perugia estuviera cantando en vivo acá o Gastón Pauls fuera el galancito de 500 días con ella. El programa terminó, midió muy bien, con picos de más de 20. Agustina Cherri baila con los brazos en alto y Pauls me agarra y me abraza; es un abrazo cálido. "¿Pudiste ver algo? ¿Qué te pareció?", pregunta. Le contesto que sí, que me gustó, que me gusta más cómo actúa en esta temporada que en la anterior. Pauls me mira y todo inseguro me vuelve a preguntar: "¿De verdad? ¿Te parece?". Le digo que sí de nuevo, y me voy por el pasillo negro pensando si va a seguir siendo tan paranoico cuando tenga 70 años.
Por Juan Ortelli