La provocativa remake del clásico de los 80 viene con el factor miedo recargado. Extraterrestres, conspiranoias y el pánico en masa de todos los días
Lo que hace de esta "V" algo brillante es la manera en que ofrece un catálogo de la actual paranoia típicamente yanqui. A lo que sea que le tengas miedo, cualquiera que sea tu gusto conspirativo favorito cuando de enemigos invisibles se trata -terrorismo musulmán, republicanos, demócratas, la Iglesia Católica, los cientólogos-, acá podrás encontrarlo. En esta remake del clásico de la miniserie de culto de 1983 (que en Argentina se verá por Warner), la Tierra es conquistada por los Visitantes, terroríficos invasores de otro planeta que parecen salidos de un viejo video de Robert Palmer.
La V original era en gran medida un producto de ese clima de Guerra Fría de los 80 que nos dio Amanecer rojo y El día después. Y luego de su primera temporada, V siguió viviendo en secuelas berretas, V: The Final Battle y una serie que tuvo poca vida. En esta nueva versión, los Visitantes tienen un mejor sentido de la moda, pero siguen siendo lagartos que van de planeta en planeta, que llegaron aquí para comernos y que son lo suficientemente inteligentes como para ocultar su naturaleza predadora detrás de un mensaje de esperanza y buena voluntad. Como cualquier drama de invasión alienígena que valga la pena, V le pone todo el simbolismo posible a su gran momento: "Gente de la Tierra, venimos en son de paz". La llegada de los extraterrestres está armada como para traer del pasado los mareados recuerdos del 9/11 (incluso sucede un martes a la mañana). Vemos un avión estrellarse en Manhattan, y luego las enormes naves de los Visitantes reflejadas en el vidrio de los rascacielos.
Pero eso es sólo el comienzo. Los extraterrestres arman "centros de salud" al estilo Cientología en ciudades de todo el mundo. Como explica su líder: "Hemos evolucionado hasta procesar y expulsar rápidamente todos los sentimientos negativos". Nos ofrecen los beneficios de su tecnología superior y revelan sus planes de superar la era del nacionalismo ("Somos todos un solo pueblo unido"). Y, en sintonía con el gran conflicto estadounidense, nos ofrecen un sistema de salud.
En el rol de Anna, la líder de los Visitantes, la estrella brasileño-norteamericana Morena Baccarin hace uso de su minifalda alienígena cautivando a la especie humana para que le siga el juego de ardides al estilo comité evaluador de seguro médico. Baccarin ha dicho que se preparó para su papel estudiando la campaña 2008, y sacó perfecto el tono seguro de Obama. "Aceptar el cambio nunca es fácil", ronronea.
No hace falta aclarar que manipula fácilmente a los medios masivos, representados por Scott Wolf. Diez años después de sus días como el novio de Jennifer Love Hewitt en Party of Five, Wolf luce cómodo en el rol de un periodista sinvergüenza. Al principio, se desliza junto a Anna en una conferencia de prensa y pregunta: "¿Existe alguna Visitante fea?".
Obviamente, los norteamericanos empiezan a formar grupos clandestinos de resistencia, como Patrick Swayze cuando lideraba el equipo de fútbol americano contra los rusos invasores en Amanecer rojo. Elizabeth Mitchell, de Lost, hace de una desconfiada agente del FBI con un hijo adolescente que se hace miembro del Programa de Embajador de Paz de los Visitantes.
V nunca te obliga a sentir simpatía por el diablo: esto es paranoia por puro gusto y por eso funciona. Refleja la forma en que nuestros más grandes miedos y ansiedades se han vuelto parte central del sistema. Una de las cosas más fascinantes de V es su habilidad para tomar los escalofriantes debates radiales o de noticieros como Fox News y ponerlos en un contexto que es totalmente apolítico. A los chicos de los 80 les encantó la V original porque hablaba de nuestras ansiedades nucleares. La nueva versión aumenta el factor miedo, ahora que vivimos en un mundo en el cual hay cadenas de cable enteras dedicadas a las conspiraciones. Histeria en masa y pánico generalizado que, extrañamente, luce como cosa de todos los días.
Por Rob Sheffield
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